Carta de Julián a Brunet Explicando como Fue su Fuga

(y la respuesta de Brunet)

 

Hola, Brunet:

Efectivamente, han pasado más de 10 años desde aquellos memorables días en que NO me encontraste en la morgue del DF, pero aún lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Creo que lo menos que puedo hacer es contarte la historia completa. No puedo poner esta carta en el grupo Eicisoft porque algunos de sus integrantes (como Homs y Rita) están en Cuba y no es que ellos no puedan verla sino pueden resultar perjudicados por los "otros ojos" que también ven las cosas que llegan allá.

No sé exactamente cómo fue la maniobra de Marco, algún día se lo preguntaré, pero me parece claro que existía alguna persona que lo ayudaba allí en Méjico. ¿La propia familia del ingeniero, quizás? Como en Cuba nada es lo que parece y casi nada de lo que se dice es cierto, era imposible prever cómo reaccionarían Sergio y tú cuando descubrieran mi desaparición. En el caso tuyo me atrevía a suponer que armarías el alboroto reglamentario y demorarías la búsqueda lo suficiente como para que me diera tiempo de escapar. En el caso de Sergio, con el que compartía piso, ya no estaba tan seguro. Después de todo, era militante y, en el mejor de los casos, la diferencia entre lo que "hubiera querido" hacer y lo que "no iba a tener más remedio" que hacer podía ser muy grande. La actuación posterior del innombrable y Juan Fernández, según la escueta versión que tengo de los hechos, confirma mis temores.

Casi en los últimos días tuve confirmación de que, efectivamente, podía partir. Que me pusieran el pasaje por Iberia era trivial, pero el visado de la embajada española parecía imposible porque se necesitaba un papel del Ministerio de Gobernación (no recuerdo si de llamaba así) de México. Como eso, a todas luces, no era posible, yo casi había desistido de la idea, y toda la pacotilla (CDs, libros, juguetes, etc) era auténtica, no una maniobra diversionista. Pero la posibilidad no se había cerrado y yo lo dejé todo en manos de Dios. Si su voluntad era que yo me fuera, el camino se abriría. Por mi parte, me costaba dormirme por las noches, porque irme era alejarme de todo, de muchas cosas para siempre y de otras (como Felicia e Indira) por un tiempo imposible de prever.

Y el camino se abrió. Intercedió, desde España, un señor ya jubilado al que todos los embajadores conocían, pues durante mucho tiempo fue jefe de la diplomacia española, y el embajador me concedió el visado.

El pasaje me lo sacaron para un sábado, pero el avión salía tardísimo, después de las diez de la noche, si no recuerdo mal. Esto constituía un gran problema. En la carta de despedida de Marco recuerdo que decía "no me busquen, porque no me van a encontrar". No sé si eso sería cierto o no, pero en el caso mío, si me buscaban SI me iban a encontrar, porque iba a estar varias horas empantanado hasta la salida del avión.

Por tanto, era necesario enmascarar lo más posible mi partida para que, cuando comenzaran a buscarme, ya yo estuviera en España. Favoreció mucho el hecho de que ese día Sergio hiciera una gran excursión con su novia. Así que lo primero que hice fue ir a Gigante, hacer la compra de la semana y ponerla en la nevera. Creo recordar que también tendí alguna ropa lavada, pero ya de eso no estoy seguro. Lo siguiente era que todas mis cosas siguieran en la casa, porque el axioma de que un cubano jamás deja atrás la pacotilla es inviolable y eso sería lo que más despistaría. Por último, dejé cerrada la puerta de mi habitación. Si Sergio no la abría al llegar (nunca lo hacía), como no había nada sospechoso en la escenografía, pensaría que estaba durmiendo. Si la abría podía pensar que yo había ido al cine, cosa que a veces ocurría. En medio de esta escena tan cuidadosamente montada, dejar una carta de despedida a lo Marco, era absurdo.

A media tarde, para hacerlo antes del regreso de Sergio, partí hacia el aeropuerto con lo puesto. Sólo llevaba mi portafolios con los documentos y un libro para leer. Analizándolo retrospectivamente creo que hubiese sido posible llevar un maletín con algunas cosas, pues nadie conocía un inventario exacto de mis pertenencias, pero en momentos como ésos uno está tan nervioso que no puede hacer ese tipo de razonamiento: la paranoia es excesiva.

Las horas de espera hasta la salida del avión se cuentan entre las más angustiosas de mi vida. Estaba cagado. Miraba a toda la gente que pensaba y temía que en cualquier momento se apareciera un seguroso a cogerme. Cuando por fin llegó el avión y pasó el momento de angustia de si aceptarían o no mi pasaporte visado y me dejarían o no subir a él, resulta que el vuelo se retrasó más de media hora y hasta llegué a pensar que era por mí y subiría alguien a bajarme.

Por fin aterricé en Madrid. Sólo llamé a Felicia y le dije escuetamente dónde estaba (era la única que siempre lo supo y en las conversaciones con ella a lo largo del proceso le pasaba los adelantos u obstáculos en clave). La gente me siguió metiendo miedo y me recomendó no revelar mi paradero hasta no haber hecho la solicitud de asilo, pues sólo entonces estaría bajo la protección del estado español. Mientras tanto, nunca me movía solo. Siempre me acompañaba un par de compañeros de trabajo.

Y entonces llegó la llamada desde Eicisoft, supuestamente de Felicia y la recepcionista me la pasó, con lo cual ya todo fue revelado sin que fuese necesario el consenso de los que opinaban que aún no debía hacerse. Me pesa decirlo, pero, de no ser por esa llamada, la lamentable búsqueda por las morgues y hospitales se habría prolongado aún más, cierto es que innecesariamente.

De Eicisoft, esta historia detallada sólo la conocía hasta ahora Jafet, que ha estado un par de veces en mi casa aquí, en dos viajes que ha hecho a España. Quizás él la haya contado a alguno más. De todas formas, aquí queda.

Aunque no ponga esta carta en el foro, aprovecharé para que la vean Mandy, Marco y Viciedo, pues les puede interesar y no están en "zona peligrosa".

Julián

Respuesta de Brunet:

Julian:

Estoy compartiendo este mensaje con las mismas personas a las que enviaste el tuyo pues así tendrán una visión completa de los hechos que relatas. Comparto tu opinión de tratar de no expresar ideas o comentarios que puedan tener una connotación política en el foro público porque hay personas en el que no están en condiciones de expresar libremente sus opiniones y sería injusto ponerlos en esa situación. Digo que trataré porque tampoco me gusta que se me asocie con ideas que no comparto y a veces el silencio puede interpretarse como aprobación.

No puedo precisar las fechas. Debemos estar hablando del ago 91. Recuerdo que trabajamos el Primero de Mayo. Lo recuerdo porque después fuimos a comer a la Cantina El Nuevo Mundo con el Ingeniero y Rafael el de Niveles. Recuerdo que preguntaste que eran esos pequeqos chiles verdes que estaban en la mesa y te dije que se comían con pan. Pensé que entendermas que era una broma. Creo que por poco te da un infarto. No se si esta fui la última vez que nos vimos. Posiblemente no.

Debe haber sido un domingo cuando Sergio me llama y me dice que no habías regresado a dormir la noche anterior. Inmediatamante me fuí al Departamento de San Pedro de Los Pinos y comprobé lo que Sergio decía y la situación tal y como tu la describes. Creo que esperamos hasta el lunes para informar a Mandy y dar parte a la Embajada. La Embajada no le dió particular importancia. Creo que ya estaban acostumbrados.

Pero Sergio y yo estabamos seriamente preocupados. La idea de la deserción claro que pasó por nuestras mentes. Pensamos en eso pero nos parecía que no te atrevermas a separate de tu familia y, por otra parte, ?por que abandonar todo lo que tenías? Así, tu estrategia diversionista funcionó perfectamente.

El próximo paso fui Locatel. Locatel es un servicio que hay -o había- en México en el cual se da parte de personas desaparecidas y ellos te ayudan a buscarlo. Eso me lanzé de cabeza a un mundo bastante sórdido: cada media hora me llamaban y me describman un muerto que había aparecido en alguna parte.

-"Seqor Roberto, aparecis un hombre bajito apuqalado en Tlalpan"
-"Tiene bigote"
-"No, no tiene bogite y es mas bien como indio olmeca"
-"Gracias pero ese no es"

Y así por dos o tres dias.

Solamente tenía una indicación de que la deserción era posible: aquella llegada tarde a la UNAM todo emperifollado... Ninguna de las dos cosas son muy tuyas.

Cuando andabamos por el miercoles o jueves la Sra. Armanda me dice: -"Roberto, eres un buey si piensas que Locatel reporta a todos los que aparecen muertos en el D.F. Tienes que irte a la Morgue de la ciudad y a la Escuela de Medicina de la UNAM"

Ahora si la cosa estaba poniendose bastante fea. Una cosa es recibir descripciones de muertos por teléfono y otras es andar metido en la Morgue. Entonces llegó la idea salvadora. Recordé que habíamos tenido una conversación por los gastos de teléfono del Departamento de S. Pedro de los Pinos...

-"A ver Catita, tráigame los recibos de teléfonos del departamento de los últimos meses"
-"Enseguida Sr. Roberto"

Cuando me pongo a revisar los números de larga distancia llamados en seguida me llamó la atención las llamadas a España. Fui un momento llamar a Mandy darle el número y ya sabes el resto de esa ramificación.

El alivio fue tan grande que el Ingeniero dijo allí mismo -"Vamonos a la chingada".
Acabamos en el Samurai disfrutando unos tequilas, Bohemias y suchis... No acabó tan mal el día. Nos pasamos el resto de la noche, entre sorbo y sorbo de tequila, hablando de lo desconsiderado que habías sido .

Quedaba el asunto de la pacotilla. Y Sergio me pregunta ?qui vamos a hacer con esto?
Habían juguetes para tu hija, un bulto de CDs, algunas otras cosas. Y le dije a Sergio:
-"Si Julian dejó atrás todo esto creo que no es mi responsabilidad ocuparme de su entrega. Haz lo que te parezca". Creo -aunque no me consta- que le regaló los juguetes a unos niños del edificio. Cuando iba a regresar a Cuba fuí al departamento y me llevé una bolsa azul que me parece era tuya y todavía andaba dando vueltas por allí. Sergio me dio un CD que que no era de su gusto, una colleción de éxitos de Paul McCartney. Creo que todavía lo conservo ("Someone is knocking at the door...do me a favor and let him in".


Cuando bastante después Sergio llego a México (esa es otra historia) hablamos un poco de cómo desconfiábamos -y nos cuidabamos- el uno del otro.

Creo que esto cubre bastante bien mis recuerdos. Me alegra mucho que estés bien en unión de tu familia.

Un abrazo

RMB