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El Castor y los Salmones
Aunque con nombre de fábula, y sin carecer de moraleja, lo que voy a narrar no es fantasía sino una historia real.
Hace ya algunos años, me encontraba en la casa de un americano que era, como muchos, aficionado a la colección de las revistas "National Geographic". Mientras esperaba a que mi amigo terminara un trabajo que estaba haciendo, me dediqué a hojear alguna de esas revistas y tropecé con un artículo que me llamó mucho la atención. Lo que ahí leí, lo conté después en múltiples tertulias como una simple curiosidad, no fue sino años más tarde, ya cuando no podía recordar los datos de la revista, que comprendí la tremenda enseñanza que contenía.
Narraba el artículo que los empresarios que operaban hoteles de turismo en cierto lago de Canadá decidieron financiar una investigación con el fin de estudiar el control biológico sobre la población del salmón en el lago. Esto era de mucho interés para esas empresas, ya que el principal atractivo de los turistas que acudían a esas instalaciones era la pesca del salmón.
Se contrataron los servicios de un grupo de biólogos especialistas en estos menesteres y comenzaron las investigaciones. Después de algún tiempo de observación el mencionado grupo produjo un informe en el que se concluía que el castor era el que controlaba la población de salmones en ese lago ya que la alimentación de los salmones no era limitante y el castor era el único depredador de salmones en el mismo. Se presentaron cálculos de las toneladas de salmón que consumían los castores, y además que solían capturar, sobre todo, los ejemplares más envidiables para cualquier pescador.
La solución para ampliar el negocio hotelero, de acuerdo al modelo propuesto para la explicación del sistema ecológico en cuestión, estaba claro que pasaba por la eliminación de los castores. El objetivo era que los pescadores fueran el control biológico de la población salmonera. No se hizo esperar mucho la segunda parte del plan y los trabajos de eliminación de castores comenzaron a ritmo violento. El artículo narraba como tuvieron que llevar a cabo esto sin matar a los animales ya que es una especie protegida, pero no es el tema de nuestro interés aquí, baste señalar que no fue una tarea trivial.
Curiosamente comenzó a observarse una disminución en las capturas que, como todo lo imcomprensible, encontró las más variadas explicaciones en el mejor espíritu de "todo va a salir bien". Pero llegó el momento en que ya la disminución de las capturas era inequívoca y ostensible. Volvieron entonces a solicitar ayuda profesional de la ciencia para encontrarle una explicación a este fenómeno. Esta vez el nuevo grupo de trabajo entudió a los castores en condiciones de laboratorio y aparte de profundizar en la dieta del castor observaron atónitos que éste ni siquiera intentaba la pesca de los salmones que le eran provistos para observar la acción. Estudiando más detenidamente los movimientos de ambos animales, la velocidad y profundidad del nado, llegaron a la conclusión que ¡el castor no podía pescar salmones! Sin embargo era de conocimiento general que "si comían salmones". El enigma se disipó cuando los salmones comenzaron a enfermar, dismínuían su velocidad de nado y buscaban la superficie y, eventualmente, la orilla y entonces el castor entraba en acción. El castor eliminaba al salmón enfermó evitando que propagara la epidemia. Quedaba así explicado el fenómeno de la disminución de la población de salmones en el lago y se imponía el recuperar los castores sin los cuales el salmón corría peligro de extinción. Por suerte el daño, en este caso, no fue irreversible.
El método de elaborar un modelo para explicar aspectos de la naturaleza ha sido el recurso más empleado por las ciencias exactas para la explicación de los fenomenos de la física y la química. La biología ha sido más una ciencia de observación y recopilación de datos y el estudio de "mecanismos" y "leyes" es más reciente. La conciencia de la complejidad del problema ecológico es totalmente de la segunda mitad de este siglo. Casos como el que acabamos de describir demuestran que subvalorar esta complejidad y tomar acciones para alterar drásticamente el equilibrio ecológico sobre la base del estudio de un modelo obligatoriamente simplificado de un ecosistema, puede traer resultados inesperados que pudieran ser desatrosos y no reversibles.
Pero no son los ecosistemas los únicos problemas con infinita complejidad, están los flujos turbulentos, el movimiento de las galaxias, los pronósticos del tiempo, entre otros a los que se les intenta aplicar la teoría del caos y la geometría fractal. Existe, no obstante, otro problema que es la sociedad, cuya complejidad se ha subestimado en repetidas ocasiones a la manera del "castor y los salmones".
Carlos Marx, después de un estudio de la sociedad que plasmó en su obra "El Capital", elaboró su proyecto social al que llamó "Comunismo". El proyecto tenía el noble objetivo de eliminar la pobreza eliminando las diferencias de bienestar entre lo que él llamó clases sociales. Para lograr esto había que eliminar a los "burgueses", especie social supuestamente inútil que no incorporaba valor a la producción y que, sin embargo, gozaba de mayores ventajas económicas, privilegios y reconocimiento social, en fin de un bienestar mucho mayor que el de los obreros, que eran los que, a su juicio, incorporaban todo el valor. Al igual que en el lago cuando eliminaron a los castores, la eliminación de los burgueses no eliminó la pobreza, está se entronizó y produjo daños irreversibles a los paises que sufrieron el experimento. Tanto los castores como los burgueses jugaban un papel no contemplado en los modelos simplificados hechos para sus respectivos sistemas.
La moraleja de esta "fabula" no es el agnostisismo de plantearse la incognocibilidad de estos sistemas complejos ni el fatalismo de "no hay nada que hacer". Cambios, no sólo es que se pueden hacer, sino que deben de hacerse. El no hacer los cambios que corresponden exacerba la pobreza y provoca las revoluciones. Las revoluciones son un efecto de la pobreza pero no han resultado nunca una solución para la misma. Los cambios que nos propongamos hacer con el fin de modificar la ecología o la sociedad en beneficio de la humanidad, cuando se plantean en una manera radical, como los casos aquí descritos, conducen a resultados imprevisibles. Los cambios deberán ser acordes a la profundidad de nuestro conocimiento. Sólo hay que actuar sobre la tendencias y de a poco para que los errores no adquieran categoría de catástrofes.
Nota: Ya en EEUU me he encontrado con personas que recuerdan haber leído también el referido artículo pero me dicen que el mismo no trataba del Beavers (Castores) sino de Weasels (Nutrias). De la lectura original hace ya 20 años es posible que haya leido weasels y traducido castores, no puedo asegurar la especie exacta y es probable que tengan razón. Pero el cambio en la especie del animalito no cambia la esencia de la moraleja.