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¿Derecha o Izquierda?

 Por Armando Rodriguez 2010 (2010)

 

Las ideologías condensadas en los términos "derecha" e "izquierda" no tienen una fuerte consistencia lógica y eso dificulta un tanto ubicarse uno mismo en una u otra condensación. Consideremos las siguientes categorías contradictorias en el terreno, digamos, económico-social:

Estas categorías se enfrentan en el debate izquierda - derecha, la derecha  siempre aboga por las primeras y la izquierda por las segundas. La inconsistencia viene con la extensión de esos mismos términos a otros debates como: 

 La derecha se sigue asociando a las primeras y la izquierda a las segundas aun cuando ya las contradicciones de este grupo poco tienen que ver con las del primero o entre sí. Estamos ante dimensiones diferentes. Es como querer seguir calificando con izquierda y derecha a cosas que están arriba o abajo y delante o detrás. En lo personal, mis opiniones sobre los puntos del primer grupo me ponen claramente a la derecha, pero no así con los del segundo, por lo que me concentraré en la discusión de los puntos del primero de los grupos.

 

Es común en la vida de un derechista el ser primero de izquierda. Las posiciones de la izquierda son fáciles de entender, suelen proponer soluciones directas a problemas sociales. Para el problema de la pobreza, por ejemplo, la izquierda siempre va a proponer quitarle a los que más tienen para dárselo a los que menos. La derecha, en cambio,  va a proponer un mecanismo por el cual todas las capas sociales saldrán ganando en proporción a su estatus social. La izquierda, por ejemplo, propondrá  aumentar la taza de impuestos y dirá que así habrá más dinero para obras y otros planes de justicia social; la derecha dirá que si se disminuyen los impuestos la economía se estimula y que al final se recaudará más y habrá más para las mismas obras sociales. Lo segundo, plantea resolver la pobreza creando más riqueza; lo primero redistribuyendo la riqueza existente y ésto, lamentablemente, resulta más fácil de entender.

 

Hay tanta injusticia en tratar diferente a lo que es igual como la hay en tratar igual a lo diferentes. Las diferencias biológicas entre los hombres no son inmensas, de hecho ni siquiera las diferencias entre el hombre y el mono llegan a ser de 1 a 10 en ningún parámetro, El problema es que una pequeña diferencia se hace recurrente miles de veces en el desarrollo de un individuo dentro la sociedad. El resultado de eso es que el individuo o bien es capaz de alcanzar un elevado grado de especialización y habilidad que lo hace influyente en la sociedad o apenas se despega del hombre primitivo. La productividad y las necesidades de los individuos en una sociedad pueden diferir en órdenes de magnitud. Baste comparar el aporte del ingeniero creador del puente de Brooklyn con el de un operario de la obra o a cuanta gente logra entretener un actor de cine con unas horas de su trabajo? Para que las diferencias entre los ingresos se correspondan con los aportes, estas tienen ser enormes, razonando por esta vía llego a que el igualitarismo es injusto.

 

No sólo que el igualitarismo es injusto y genera infelicidad, es también ineficiente. No se acomete obra alguna, ningún riesgo se toma y ninguna responsabilidad se asume sin motivación. Esta motivación implica, por lo general, una esperanza de mejoramiento en la calidad de la vida personal o familiar. Para que una mejora constituya una motivación, debe representar un cambio apreciable en la calidad de vida. Esto hace que lo que constituye una motivación para alguien en un estrato social bajo no lo sería para otro individuo en uno más elevado. Si un individuo experimenta una prosperidad continuada, esto implica que su bienestar ha escalado geométricamente. Para que todas las capas sociales estén igualmente motivadas es necesario que la distribución del bienestar sea una función exponencial. De manera, que para que una sociedad tenga el máximo de productividad y todos los individuos sientan que prosperan, la riqueza no puede distribuirse igualitariamente, ni siquiera con una ley de pendiente suave, sino una exponencial. Para que uno se sienta bien y motivado tiene que existir alguna posición más rica que la que uno ostenta.

 

Las capas superiores son las que más influencian el desarrollo de la sociedad y son a la vez las más caras de estimular. Es por esto que cada vez que la izquierda liberal logra aumentar los impuestos a los ricos, se disminuyen los estímulos a esta, la capa más influyente, la economía recesa, el gobierno recauda menos y los estímulos a las capas inferiores disminuirán también por mecanismos, a veces impredecibles, pero siempre infalibles. No obstante, los programas de la izquierda resultan una mercancía fácil de vender. Más difícil de comprar es que una disminución de impuestos a la larga puede aumentar los presupuestos para programas sociales, porque esto pasa a través de complicados mecanismos económicos.

 

La derecha no suele ser popular y no porque no represente los mejores intereses de todos, es víctima fácil de la demagogia liberal de izquierda. A alguien que está frustrado por no prosperar en la medida de sus expectativas, se le convence fácilmente de que el problema no está en su falta de adaptabilidad u otra cosa concerniente a sus capacidades, sino que son las reglas del juego las que no sirven. Esta línea de propaganda le vendió el comunismo a más de un fracasado.

 

La izquierda siempre propone aumentar el rol del gobierno,  es decir que pase a regular algo que era libre o que pase a administrar lo que ya regulaba. La derecha se distingue por privatizar todo aquello que pueda resultar rentable para alguna empresa. La experiencia demuestra que la empresa privada más mala siempre funciona mejor que el mejor organismo gubernamental. La telefónica de Francia fue un desastre hasta su privatización; por otro lado, la medicina social de países como Suecia y Canadá tiene fama de buena, pero viene a un elevado costo, los impuestos en estos países son muy superiores al de los EEUU.

 

 Lo que hace que lo privado funcione mejor que lo del gobierno es algo para lo que en inglés existe un término, el “feedback”. La traducción al español pudiera ser realimentación, pero voy mantenerme con el término en inglés.  Este concepto es la piedra angular de la teoría del control. Cuando una empresa privada comienza a funcionar mal, el efecto sobre la rentabilidad y por tanto sobre la calidad de vida de aquellos que toman las decisiones, es más rápido y fuerte que los mecanismos que afectan a los burócratas en el caso de la empresa estatal. En una democracia, aun en la más perfecta, los efectos de una mala gestión no se hacen sentir en el equipo de gobierno hasta que no llegan las elecciones, esto es lo que en el giro de control automático se calificaría de un lazo suave. El límite de este cuadro es el del régimen totalitario comunista, en el que ni siquiera hay elecciones y en el que toda la actividad económica se dirige de manera centralizada,  esto en términos de la teoría del control podría decirse que es un sistema a lazo abierto, o simplemente ausente de control.

 

Pienso que el gobierno sólo debe administrar aquello que no pueda ser una actividad rentable a un plazo atractivo para un empresario. Ejemplos de esto han sido represas, puentes, túneles oceánicos, etc. Obras de preservación del medio ambiente, restauración de monumentos históricos, actividades relativas a la defensa de los países y temas similares suelen ser de la competencia de los gobiernos y en esto coincide hasta la más extrema de las derechas.

 

La derecha cultiva la responsabilidad, el que toma las decisiones tendrá derecho a disfrutar de sus aciertos así como que tendrá que sufrir las consecuencias de sus errores. La izquierda es más “paternal”, el gobierno no debe permitir que los individuos cometan errores que tengan que lamentar y por eso toma las decisiones por ellos. Así, la derecha conservadora en EEUU propone que parte de lo que el  ciudadano entrega gobierno para su seguro social lo pueda invertir en un portafolio de acciones y fondos mutuales para que este tenga la oportunidad de multiplicarse sin multiplicar el gravamen. La posición liberal de izquierda plantea que esto es poner en riesgo la seguridad de retiro de las personas y plantea que la seguridad social debe ser arreglada por la vía impositiva, evitando así que el individuo se equivoque y se perjudique el mismo.  Lo que esto no no evita es que el gobierno se “equivoque”  y perjudique, no a los que tomaron las decisiones incorrectas, sino al resto de los ciudadanos.

 

Esto nos trae a otros dos conceptos en conflicto que separan las posiciones de la derecha y la izquierda, me refiero a la contradicción libertad v/s seguridad. La libertad de la selva en un extremo o la seguridad del zoológico en el otro. Uno se encuentra ante este tipo de disyuntiva cuando debe decidir si se asegura contra cierto riesgo o si opta por la libertad que le da el gastarse el dinero de la póliza. Es similar la situación cuando se tiene que escoger entre invertir un dinero en un fondo de retiro o simplemente gastárselo en vacaciones o darse algún otro gusto. Se presenta también cuando alguien tiene que decidir entre un trabajo con salario fijo moderado, beneficios médicos etc. o el fundar una compañía y trabajar por cuenta propia con el chance de ganar más, pero con el riesgo de que ésta se vaya a pique y se pierda lo invertido. Los programas de los gobiernos de izquierda suelen ofrecer al individuo seguridad centralizada a cambio de su libertad para escoger una opción. Cuando se aprueba un programa de seguridad social, el individuo pierde la opción de escoger, no ya lo cualitativo de si la quiere o no, tampoco tiene la opción de cuanta seguridad quiere comprar.  El gobierno decide por él su cobertura y la burocracia decidirá si califica o no a la hora de reivindicar sus beneficios. Estos programas son terreno fértil para la corrupción y el fraude. Tampoco estimulan la responsabilidad personal, ya que suelen enviar el mensaje de: actúe irresponsablemente; hágase despedir de su empleo; juegue; consuma drogas; tenga bastantes hijos sin padre conocido; que al final siempre puede Ud. apelar a la seguridad social.

 

Los programas sociales de la izquierda generalmente se caracterizan por un control centralizado, un aumento de burócratas que serían el lazo de control de la actividad asociada, En cambio, los programas sociales que propone la derecha generalmente son más descentralizados y el feedback es de lazo más fuerte, es decir que el sistema funcionará basado en el interés personal de aquellos que tomarán las decisiones. Ejemplo de esto fue el proyecto para la reforma de la educación pública donde se planteaba que parte del dinero federal pudiera ir a parar a los padres y estos podrían utilizarlos en escuelas privadas si la pública resultara insuficiente. De una escuela pública funcionar mal, con este plan perdía el dinero federal por un mecanismo espontáneo y esto afectaría de manera muy directa a quienes pudieran resolver el problema, o sea que se proponía un lazo fuerte de feedback. La izquierda suele rechazar esos mecanismos automáticos porque sus posiciones suelen ir en consonancia con la de los sindicatos y aunque planteaba que el sistema propuesto iba a perjudicar a los barrios más pobres, en realidad los afectados serían los sindicalizados que con ese plan verían sus ingresos depender del resultado de su trabajo. A la mencionada reforma, la izquierda enfrentaba la propuesta de fortalecer el dispositivo gubernamental para el control central de la actividad educativa. Lo que evita decirse es que el tal “dispositivo” necesita consumir una buena parte del presupuesto que podría llegar a las escuelas, el control sería casi de lazo abierto y la justicia administrada por funcionarios, dejando la puerta abierta a la corrupción.

 

Muchos en la izquierda, aun comprendiendo que el experimento comunista de Europa del Este fracasó, siguen pensando que un socialismo mejor implementado pudiera tener éxito. Incluso emplean el término Stalinismo para no emplear el de socialismo cuando se necesitan referirse al mencionado fracaso. No parecen comprender que cada paso que lleve al fortalecimiento de la burocracia central del gobierno es uno que acerca el sistema a su límite totalitario, aun cuando éste parezca lejano.

 

Las propuestas de la izquierda parecen tener la simplicidad del control directo y la falsa justicia de la igualdad. Las propuestas de la derecha, en cambio, pasan por los complejos mecanismos del mercado y plantean la justicia de lo desigual. La izquierda se yergue como defensora de los pobres y no sólo estigmatiza la derecha como la defensora de los intereses de los ricos, sino que la demoniza al comparándola con el partido Nazi como si este fuera el máximo exponente de la extrema derecha, aun cuando el Nacional Socialismo era realmente de izquierda.

 

Lamentablemente, demagogia de la izquierda rara vez puede ser combatida eficazmente en una campaña electoral y estos siempre tienen esa ventaja, la derecha sólo gana cuando los impuestos y la corrupción que generan las burocracias ya han hastiado al electorado. Es entonces el voto vuelve a la derecha en busca de un cambio. Muchos ven este vaivén como algo positivo, como una tendencia a una verdad de centro, yo lo veo siempre con el temor de que si la izquierda llegara a entronizarse bien, esas elecciones democráticas pudieran desaparecer.